Permítanme presentarme, soy un tipo elegante. Hablo el mejor español del mundo, como todos los colombianos y por eso mi acento no deja saber si soy costeño o paisa o del interior o de los llanos.

Porque soy de todas partes y en todas partes he estado.

Yo estaba en Bogotá el 9 de abril (esa tarde me puse el sombrero negro) y le dí la pistola a Roa Sierra y luego lo señalé con los labios cuando la gente vino a preguntar quién había disparado.

Y me reí con el fuego de los tranvías de la Séptima.

Yo fui el primero que silbó a la hija de Rojas Pinilla en la Plaza de Toros y susurré palabra por palabra en las orejas peludas de Álvaro Gómez el discurso en el que pidió bombardear a Marquetalia.

Yo le di la vuelta a la cruz de Camilo Torres en Patio Cemento.

Yo

cabalgué los

caballos de la Escuela de

Caballeria para que las

caballerizas pudieran recibir a los que hacían malos chistes sobre el presidente del corbatín.

Yo dije a los que salían del Palacio que el lugar más seguro era la Casa del Florero porque allí estaban los militares y en los militares se podía confiar, se puede confiar todavía

Yo les dije a los que escapaban de la balacera de Bojayá que el lugar más seguro era la iglesia, porque allí está Dios y en Dios se podía confiar, a mi nunca me ha decepcionado.

Yo llamé al F2 tantas veces quejándome de los viciosos del barrio

y repartí plata en los comunas

y otros repartieron plomo para quedarse con esa plata

Yo cené en Pozetto y tan buena era la comida que quise volver y traje un amigo.

Yo manejé el bus que se estacionó frente al DAS pero lo que más me gusta son los motos, yo fui el conductor, yo fui el parillero.

Yo tracé el oleoducto que pasaba por encima de Machuca

y

yo le di un fósforo a un guerrillero y le mostré por dónde tenía que correr

y

me reí por días

y

me seguí riendo cuando la gente se enloquecía porque no podía parar de contar los muertos

porque los muertos eran muchos y se deshacían en pedacitos al levantarlos

Yo hacia una fotocopia de cada carnet de un miembro de la UP.

Yo me puse siempre sombrero (¿te acuerdas? el 9 de abril era negro)para que supieran quién era sin verme la cara.

Porque cuando me ven la cara me pierden la confianza

Entonces me ven las manos, ahí está toda la elegancia.

Yo siempre me puse sombrero (tuve uno verde con las alas dobladas)

Yo siempre me puse sombrero  y transformé a Tirofijo en toalla.

Yo le dije a un niño de Segovia lo que tenía que dibujar en su tarea y todos le preguntaron por qué dibujaba los charcos rojos y no azules

y lo entendieron después.

Yo decidí que los noventa empezaran con anticipación en agosto del 89.

Yo estaba en la Plaza de Soacha , esa noche llevaba el sombrero blanco.

Yo perdí el avión para esperar a Jaramillo Ossa

Yo tomé el avión a tiempo para no perder a Pizarro.

Y luego en cada marcha salí a gritar “Sí señor como no, el gobierno lo mató”

cuando al fin de cuentas los matamos entre tú y yo.

Yo decidí que los noventa terminaran por adelantado en agosto del 99

Y si mis zapatos relucen es porque fueron los últimos que brilló Heriberto de la Calle.

Yo le di la cita a Jineth Bedoya en la puerta de la Modelo y soplé para que el balón entrara al fondo de la red cuando lo pateó Andrés Escobar.

Y soplé más duro para que los cilindros cayeran sobre El Cartucho el día que estábamos de fiesta.

Yo pilotée los aviones que llegaron a Mapiripán con la misma maestría con la que alguna vez aterricé la avioneta que terminó en el Portal de la Hacienda Napolés.

Yo no tuve frío en el cerro de Patascoy

Yo no tuve calor en La Gabarra

Yo escribí las cartas de amor para los soldados que luego mataron parar tener el permiso de ir al río con sus enamoradas.

Yo creo que sabes quién soy.

Yo creo que todavía tenemos tiempo de encontrarnos.

Fíjate en los zapatos bien embolados

En el sombrero.

Y habláme con respeto.

Que soy persona de bien, que todo esto lo hemos hecho juntos.

Yo creo que todavía tenemos tiempo de volver a vernos