Día de Saint-Valentin. Trato de encontrar algo azul y de aprender una canción de Bárbara porque me invitaron a un performance donde hay que ir vestido de azul y cantar una canción que es hermosísima pero que nunca antes había escuchado en la vida. El performance lo van a hacer frente a un muro en París donde “Te amo” está escrito en un montón de idiomas. Los turistas no conocen ese muro y los parisinos no van porque creen que es un lugar turístico y yo , aparte de esto y de desnudarme para financiar una película que nunca se hizo nunca he participado en un performance
Pero este se llama Variaciones sobre el amor y por eso cuando pusieron en Facebook que buscaban gente que participara dije que sí. No sabía lo de la canción ni lo de la ropa azul. Pensaba en cambio que ya que se llamaba “Variaciones sobre el Amor” el performance terminaría en una danza dionisiaca. En general imagino que todo acto artístico debería terminar en una orgía en el sentido figurado al menos si no se puede en el literal.
Más en serio: pensé que con eso de las variaciones iba a tener pistas para resolver por qué nunca entiendo de qué hablan ustedes cuando hablan de amor.
Porque desde las épocas en las que me quedaba mirando a una cierta Nancy en primaria y le hacía ojitos a una cierta Gaby en primero de bachillerato creo haber estado siempre enamorado, pero en un montón de cosas no me reconozco en la manera cómo ama la gente.
Por ejemplo, yo nunca he dejado de querer. Sigo amando a cada persona que he amado.
(Es aquí donde estoy tentado a decir que la amó “ de una manera diferente” pero eso sería contradecir la idea que me mueve a escribir este texto: no es que no haya diferentes maneras de amar, es son infinitas, propias a cada amor. Todo amor entre X y Y (y Z, también no olvidemos a Z.) debería, así cambiara a través del tiempo el amor entre esa gente y no tenía que parecerse a ningún otro.
Pero ustedes, eso sentía entonces, ahora me importa cinco, creen que existe la obligación de meter los amores (tan bonito que suena en plural) en categorías: conyugue, compañero@, espos@, novi@, amante (tan bonito que suena en general), asignándole a cada uno una serie de derechos y deberes .
Yo nunca pude con eso, yo siempre dije a las personas que amé – que sigo amando – que más allá de los momentos de presentación formal ( y eso por pura comodidad protocolaria) no quería que le pusiéramos nombres a lo que fuera que tuviéramos entre nosotros, que de todas maneras esos nombres, esas casillas de formulario, no nos iban a corresponder.
Nunca dejé de amar nunca mis amores idos. Nunca encasillé los amores presentes, que fueron eternos todos.
Y tampoco entendí que la gente dijera que una cosa son amores y otra cosa las amistades.
Es por eso que termino publicando este texto en el día de San Valentín, a pesar de que hacerlo en esta fecha sea mortalmente capitalista imperialista neoliberal. Al principio, pensé en guardarlo hasta nuestro más autóctono “Día del Amor y la Amistá”, pero septiembre está lejos y con Trump tan cerca del botón nuclear quién sabe si lleguemos. Además a mí lo que me gusta es llevar la contraria, carajo, y no podía llevarle la contraria a una fiesta en la que, sabiamente, se celebran dos cosas que son la misma así, tontamente, ustedes crean que haya que celebrarlas por separado.
Hace dos años imaginé una “dulogía” de libros que no podían leerse sino como complemento el uno del otro. Dos libros inseperables. Indivisibles. La Universidad de Antioquia publicó uno de ellos.
Las historias que allí, en los dos, hablaba de amores y amistades exageradas, de lo lejos (y lo bajo) que podrían llevarnos las ideas que teníamos sobre el amor y la amistad, pero sobre todo de lo bajo (y lo lejos) que podía llevarnos la separación a la que nos obligábamos cuando pensamos en los dos conceptos. La cita que le robé a Filemón de Susage como épigrafe dice “El amor debería ser la más perfecta de las amistades” (tal vez dice que la amistad debería ser el más perfecto de los amores). No sólo todos los tipos de amores legales y clandestinos son un continum sino que ese continum se extiende hasta la amistad. Entre flirts, amigos, amantes, almas gemelas, coqueteos, one night stands, tragas malucas (ay tragas malucas! ), relaciones principales, amores y poliamores, hay siempre ese zigzagueo entre lo que cambia con el tiempo , lo que puede ser, lo potencial, lo que se imagina.
La amistad no exige, no posee, la amistad entrega más que pedir. El amor como ustedes lo imaginan tiene todo que aprenderle. Nunca creo haber dejado que una amistad se acabara y creo que con el tiempo todas se han convertido en amores. De esos en los que no se sufre, es decir, los de verdad.Por eso suelo ser amigo de mis amantes, de quienes lo fueron.
Ha de ser por eso que nunca sentí celos. O al menos no los he sentido en los últimos veinte años. Pocas cosas me alegran tanto como saber que las personas con las que estoy por gusto y placer sienten gusto y placer (emocional, intelectual , fisico) con quien a bien tengan.
Yo soy un bicho raro, yo sé, pero tengo la impresión de que los bichos raros somos muchos.
Se escribe cónyuge, no conyugue. Y por favor las comas están por algo, no son sus enemigas.
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Es curioso. Mientras leía la nota a mi memoria llegaron las palabras de un «Guía espiritual» que basaba toda su filosofía en torno al amor. Llevado al punto de la manifestación física sobre el cuerpo. Pero así, de esa manera «rara»
Tal vez el amor más profundo sea la amistad?
Pero volvemos al berraco problema de ponerle nombre a las vainas.
En fin. Cada loco con su cuento.
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