Opinión

Peñalosa podría paradojicamente participar positivamente proyecto político Petro próximo presidente

Desde que Jesús ascendió al cielo en cuerpo y alma dejando tirados a los cristianos para que se los comieran los leones no creo en los mesías. Por eso, y porque el gran error en la historia de la izquierda ha sido amañarse en el poder, se me ocurría que aunque yo habría votado por Clara López, Pardo o Peñalosa, que vienen de una centro-derecha más o menos civilizada y respetuosa de la democracia, podrían también hacer un buen trabajo en la Alcaldía de Bogotá. Que ya que no había más que hacer, habría que darles su oportunidad.

El nombramiento de Pardo como ministro del POSconflicto, acabó con la mitad de esa ilusión porque demostró que a pesar de que sea un hombre sin acusaciones de corrupción (lo que no debería ser un caso raro sino el requisito de todo aspirante a un cargo público) pertenece al fin y al cabo a esa casta de políticos a los que “hay que tenerles puesto” de manera que si los votantes no los aprueban, haya que darles una embajada o ministerio para curarles la depresión POSelectoral.

De Peñalosa sabemos por ahora que suspenderá los centros de atención a drogadictos y que por las reservas de su equipo de gobierno se ha congelado el apoyo presupuestal del Gobierno al metro de Bogotá. Así echará por tierra dos de los logros que hasta muchos de los más amargos opositores de Petro le reconocían como vitales para la ciudad. La jugada es tan torpe que no hay otra opción que creerle a quienes dicen que lo que único que busca es demostrar que la izquierda no le dejó nada bueno a la Capital.

Al fin y al cabo fue para eso que lo eligieron. Petro podrá tener un montón de defectos que no hay que dejar de criticarle, y cometió torpezas que no había que celebrarle, pero muchos de los votantes de Peñalosa y sobre todo de las fuerzas políticas y de opinión que le dieron fuerza, no están movidos por un odio hacia Petro como persona sino por un miedo a que la izquierda se crezca como fuerza política. Ese miedo ni siquiera es ideológico. Las clases altas no le temen a la izquierda como ideología sino a la idea de “expropiación “porque lo único que defienden es la propiedad privada. La de cada uno de ellos, por supuesto, ni siquiera la del vecino. Peñalosa podrá hacer lo que quiera con sus bicicletas y sus ideas urbanísticas de avanzada importadas del Primer Mundo, pero nunca se convertirá en un presidenciable y menos aún en uno que hable de nacionalización o reforma agraria.

Como Bogotá es una megalopolis inmanejable y aún no ha calado la idea de que no porque un alcalde no logre convertirla en un paraíso es un mal administrador, todo alcalde de Bogotá es malo a los ojos de una gran franja de sus electores. En ese sentido una alcaldía de Clara López, habría sido un desastre para la izquierda nacional porque reforzaría la idea de que la izquierda es incapaz de arreglar las cosas.

La alcaldía de Peñalosa, a juzgar por los indicios que nos ha dado, va a demostrarle a los Peñabogotanos, que la derecha no sólo es incapaz de arreglar lo inarreglable, sino que no hace el mínimo esfuerzo por trabajar allí donde se necesita  y se puede. Que por definición, la derecha intenta conservar las cosas como están y que por eso no tiene sentido votar por la derecha cuando las cosas están jodidas. Puede que Peñalosa no se contente con quedarse mirando, pero Bogotá que estará lejos del paraíso que los opositores de Petro querían hacer creer que algún día existió. Los dos grandes problemas de la ciudad, la inseguridad y el transporte, seguirán ahí, intactos y tal vez más graves, porque a la ciudad seguirán llegando desplazados por el conflicto, la hiperconcentración de la tierra y la desastrosa centralización que hace imposible encontrar trabajo en las ciudades intermedias. El genial primer paso de Peñalosa al desmontar dos avances claves en esos aspectos no hará por supuesto nada más que agravarlos.

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Al final de la era Peñalosa, los bogotanos habrán perdido cinco años, pero es posible que Colombia los haya ganado, porque esa cuarta parte de los colombianos que vive en Bogotá, se habrá dado cuenta que la derecha no sólo no logró solucionar los problemas históricos y estructurales de los que acusa a tres administraciones de izquierda, sino que además dejó agravar aquellos relacionados con la exclusión social, el acceso a la educación y la salud y la integración de los nuevos habitantes a los que los gobiernos de izquierda había comenzado a darles solución.

De esa comprobación y la inteligencia política de los bogotanos saldrán millones de votos para la izquierda en unas elecciones presidenciales en las que el nombre de Gustavo Petro sin duda estará en la baraja. Puede que sea tanta la buena suerte, que el Partido Liberal, encabezado por Pardo incluso termine por adherir al proyecto petrista con la ilusión de que al menos les quede el ministerio del Posposconflicto. Puede también que Peñalosa, que siempre es hincha del que va ganando, termine también por ofrecerle su apoyo.

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