publicado en REVISTA SEMANA
Ahora la maleza ha empezado a tragarse los rieles, pero hasta hace un par de semanas por aquí pasaba un tren. Como se trataba de una vieja locomotora diésel que halaba dos vagones destartalados y varias compañías ofrecen el mismo recorrido en autobuses climatizados, los pasajeros de la línea que va de Subotica, en el norte de Serbia, hacia Horgos y de ahí a Szeged en Hungría, eran en su mayoría campesinos, estudiantes pobres y contrabandistas de cigarrillos al menudeo, que algo ganaban al venderlos del otro lado de los cuatro bolardos de cemento, marcados “PC” y “M” por Republika Srbija, el nombre oficial de Serbia, y Magyarország, que es como los húngaros llaman a su país. Desde el primero de mayo de 2004, más allá de esos bolardos empiezan la Unión Europea y el espacio Schengen. Sigue leyendo