publicado en EL MALPENSANTE.
Un Moscato original, nunca debe salir de su botella, salvo para caer en la boca de su destinatario final. A la obvia excepción del vino caliente, puede responderse con la imagen de un grupo de amigos acampando junto a una fogata que luego de calentar el vino en la olla, que no se llenó con comida porque la plata de la comida se fue en el amable licor del que hablamos, lo devuelven a la botella para pasarlo de mano en mano. Sigue leyendo