publicado en Vice Colombia
Cuando Antonio, un dominicano que hace dos años vive en París, salió de su apartamento en el Pasaje Amelotl, a las seis de la tarde del viernes 13, le dijo a su novia y a su hija que no lo esperaran porque se iba a ver con unos amigos colombianos.
Al voltear a la derecha pasó frente al Bataclán, una sala de conciertos. «Como siempre a esa hora, ya se había armado la fila. El otro día había un concierto de rap y eran puros negritos. Ayer eran más bien treintañeros, pero también muchachitos. La fila seguía toda esa pared», dice y señala con la mano la acera en la que aún está estacionado el bus de gira de Eagles Of Death Metal, una banda que no toca death metal y que tampoco se parece a The Eagles. Por el pasaje que lleva a su casa no para el ajetreo de gendarmes y miembros de la Policía Judicial, éstos últimos vestidos con trajes blancos que los cubren de los tobillos a la cabeza, como si fueran a descontaminar el área de un accidente nuclear.
«Como salí sin papeles no me dejan pasar –dice Antonio– nosotros ya habíamos visto evacuar esa sala, siempre la gente salía tranquila, pero mi novia me decía que hoy era otra cosa. Que escuchó los gritos antes que los tiros. Y de la ventana se ve todo, porque el edificio está pegado al Bataclán».
Una sala de conciertos
He estado tres veces en el Bataclán. Una por placer-placer, para ver a Eels, y dos por placer-trabajo, para ver-entrevistar a Jonathan Davis, el cantante de koRn, y a Pete Doherty, el de The Libertines, cuando los dos tocaban con sus proyectos solistas. Como otras salas «míticas» de París, entre ellas el Moulin Rouge y el Olmpya, el Bataclán era al principio un café concierto, que se fue agrandando de a poquitos a partir de una sala principal y que por eso está incrustado entre los edificios vecinos. Uno pasa por detrás del escenario o a través de las puertas traseras de los palcos y entra en un laberinto de corredores, camerinos y oficinas, que dan a lo techos de los patios de al lado o la calle perpendicular a la entrada principal.
No es cierto que el Bataclán hubiera recibido «amenazas» previamente, aunque sí que varias organizaciones comprometidas con la causa palestina le reprocharon la organización de una velada de homenaje a la policía de fronteras de Israel, que finalmente se realizó en una sala más discreta. También es cierto que la sala perteneció hasta el pasado septiembre a un hombre de origen judío y que el vocalista de Eagles le había dicho «Fuck You» a Roger Waters cuando le pidió que no se presentara en Tel Aviv.
Pero todo esto ha venido a saberse hasta después. Es posible que ninguno de los asistentes al concierto lo supiera y , de todas maneras, a nadie se le habría ocurrido que por esos tres detalles alguien hubiera elegido al Bataclán «objetivo militar».
¿Nos vemos por Bastilla o por Oberkampf?
Los turistas con plata buscan una discoteca en los Campos Elíseos , los turistas que buscan bohemia for export parchan por Montmartre y los turistas sin plata se van de copas por Saint-Michel. Es por eso que los parisinos, es decir los que viven en París, vengan de donde vengan, evitan esos lugares a la hora de la vida social y se orientan hacia el eje que va de la Plaza de Bastilla hacia la de la República y de ahí hacia arriba, por Belleville … siga leyendo en Vice Colombia