Opinión

Raisbeck, el Ron Paul de los trópicos.

Si yo votara en Bogotá, a estas alturas estaría sufriendo de esquizofrenia. Ninguno de los tres candidatos “de verdad” (Pacho Santos es de mentiras) carece de ciertos méritos para el puesto: Peñalosa hasta podría retomar la política urbanística de su primer mandato, donde continuó la línea de Mockus y logró que Bogotá diera un salto de décadas; Pardo es un político ponderado que quizar administraría la ciudad con cierta ponderación y “sabiduría”; Clara López garantizaría una continuidad de las políticas de inclusión de los gobiernos de izquierda que han hecho avanzar socialmente a una capital acostumbrada a la indiferencia y la segregación (y creo que de las tres cosas esa es la más importante)
Yo creo que con una alcaldía colegiado ganaríamos todos. Puro poliamor democrático.

En cambio es preocupante el furor que está causando Daniel Raisbeck, un candidato que nadie conocía y que no va a ganar, pero que juega sobre la idea de ser “diferente” y “silenciado por los medios”, en la misma estrategia de la extrema derecha europea y norteamericana, para difundir ideas que al final resultan más peligrosas que las de los candidatos tradicionales.

Raisbeck, que es más joven que yo, es decir, un mocoso, se define como “Libertariano”. Según quienes lo reinvidican (al término, no a Raisbeck), un libertariano puede, entre muchas otras cosas, ser un defensor de la autogestión que simpatiza con el socialismo o  un fánatico  furibundo de la libre empresa y el «todo vale».

Es ese tipo de «libertarianismo de sálvese quien pueda» el que nos propone Raisbeck:  lo largo de su programa, subyace la idea de que si se eliminan las restricciones (que ya son pocas) al capitalismo y la “libre” empresa, la competencia y la dinámica de oferta y demanda se encargarán de mejorar las condiciones del total de la población. Si le creemos a Raisbeck, la “mano invisible del mercado”, un concepto marginal (y según Noam Chomsky, irónico) dentro de la obra de Adam Smith, que no ha dado resultados positivos en ninguna sociedad en los pasados dos siglos, funcionaría mágicamente si se aplica a dos mil seiscientos metros más cerca de las estrellas.

Pero, no exageremos, Raisbeck tampoco aboga por la desaparición total del estado. Cuando  le preguntan por el tema se define como “minirquista”. «-ista» porque hay que poner un sufijo y «mini» porque le parece esencial que quede un poquito de estado, porque si el estado desaparece del todo, se caería en el anarquismo y esa libertad total (a la que temen los libertarianos)  pondría en riesgo la propiedad privada.

Cuya defensa es uno de los pilares de su programa.

Es decir, que para el libertariano Raisbeck lo único que debe quedar de ese estorbo llamado estado es la policía.

Por eso el énfasis de su plan de gobierno en reforzar el margen de acción y el número de agentes y endurecer los castigos penales. Como complemento a “castigar al hombre” nada mejor que “no tener que educar al niño”: en lugar de fortalecer la educación pública universal, que es la base del desarrollo de cualquier sociedad, Raisbeck propone se otorguen a los padres de familia bonos para que inscriban a sus hijos “en el colegio privado que quieran”.

Por supuesto en Colombia, tampoco uno puede pretender que sus hijos estudien en Miami, como Rainsbeck tuvo la suerte de hacerlo.

Por supuesto, según los principios de no-intervención libertarianos, el estado no podría obligar al Gimnasio Moderno, al Liceo Francés o al Helvetia a recibir miles y miles de alumnos pobres. Es escándalo de las viviendas de interés social en un barrio estrato 6 nos puede dar una idea de la tolerancia de «ciertos sectores» a la hora de mezclarse con ciertos otros sectores.

Con seguridad, esos alumnos pobres no admitidos en instituciones para ricos,  tampoco tendrían cupo en una red de colegios distritales debilitada a causa de la disminución de recursos. La mano invisible aparecería tal vez con la creación de aún más centros educativos privados de baja calidad, sin ningún control de instalaciones ni de contenidos pedagógicos y con profesores explotados laboralmente, (a Raisbeck no le gustan los sindicatos, a los que también como un estorbo) que de todas maneras no cubrirían las necesidades de la totalidad de la población. ¿Suena a déjà vu? Claro, porque Colombia intentó ese enfoque de disminución de la intervención del estado, libre competencia sin regulaciones y concesiones a particulares en el campo de la salud. Se llamó  la Ley 100 de 1993. Sólo que como somos un país tan tercermundista ni nos dimos cuenta que era una ley “libertariana” y apenas podemos constatar que la gente se siguió muriendo más y de cosas menos grave que cuando existían los hospitales de caridad.

¿Candidato diferente Raisbeck porque dice que los semáforos atentan contra la libertad de circulación de los automovilistas? Diferentes Mockus cuando enseño a los bogotanos a respetar a su ciudad y Peñalosa cuando se subía con una flor a las busetas y siendo alcalde se atrevió a expropiar terrenos al Country Club. Diferentes los gobiernos de Petro y Lucho Garzón que lograron expandir la educación y poner sobre la agenda las minorías y los derechos de los animales.

Privatizaciones masivas, ningún control para las grandes empresas, desmantelamiento del derecho de la educación y a la asociación sindical, fuerzas policiales al servicio de la propiedad privada. Ninguna mención de fondo sobre la libertad individual más allá de la legalización de las drogas (que hasta Santos defiende). El libertarianismo que nos presenta Raisbeck no apunta a la libertad individual como oposición a la coerción estatal sino a una competencia donde salen ganando quienes tienen un cierto capital económico, social, intelectual que quienes, por estar en situación desventajosa, tienen que asociarse para hacer valer sus derechos.
Sólo le faltaría abogar por que cada uno defienda a bala esas ideas para tener una versión encorbatinada del más rancio uribismo montañero.
Y, vea pues, Raisbeck defiende el “derecho” a armarse y a la “defensa propia” incluso con armas de fuego. Es decir, a la autodefensa.

Raisbeck es, al fin de cuentas, una especie de uribista ilustrado, que nos hace el favor de traernos a este moridero ideas como que existe un “derecho” a tener armas y que tenemos que revelarnos contra los impuestos, muchas de ellas copiadas de  Ron Paul, el político texano emblema del «libertarianismo» norteamericano al que un estudio de los profesores Howard Rosenthal y Keith Poole calificó como “el político más conservador de los últimos cien años»

Raisbeck no sueña con ser el alcalde de Bogotá sino el Ron Paul de los trópicos. Y habrá quien, dicéndose antiuribista, vote por él porque las ideas uribistas les parecen aceptables si nos llegan envueltas en un discurso posmoderno.  Y vienen de afuera. We are south american rockers.

(Foto Noticias Caracol)

(Foto Noticias Caracol)

5 pensamientos en “Raisbeck, el Ron Paul de los trópicos.

  1. Yo quisiera saber cómo los impuestos que pagan todo eso que el Estado ofrece de forma más eficiente que el ‘reaccionario’ mercado, no son una forma de explotación. Cómo el Estado mismo no es explotación, y cómo el monopolio monopolio de las armas que despolitizó la sociedad no es explotación. Todo ese bello discurso es una adecuada construcción ideológica ex post. Mientras para el mercado hay evidencias que pueden ser observadas y mensuradas: aumento de la esperanza de vida, reducción de la natalidad, crecimiento de la estatura promedio, contracción de muertes por epidemias, reducción de la pobreza y crecimiento del ingreso.

  2. No estoy de acuerdo con Mateo, el libertarianismo es una idea importada de estados unidos, una mala solución a los problemas de los gringos que funcionaría peor en nuestro pais.

  3. Se acostumbra uno a escuchar tantas falacias en un mismo artículo, comenzando por decir que el libertarianismo es un pensamiento de «extrema derecha», como si estos fueran más republicanos que los mismos del partido gringo. Nada más lejos de la verdad cuando se entiende que la misma ideología habla sobre libertad religiosa, separación de esta con el Estado, libertad de consumo (de cualquier cosa como cigarrillo, alcohol, o estupefaciente que se imagine), libertad de escoger en cuanto a su cuerpo y qué hacer con él (aborto, matrimonio, adopción).

    La cosa es que los de izquierda no entienden cómo en una misma ideología se comparten estas libertades civiles, pero al mismo tiempo, se defiende la privatización y la reducción o eliminación de impuestos. Pues fácil, el pilar del movimiento esta en su nombre, en la libertad, sea esta económica o civil.

    Otras falacias del artículo: «Si le creemos a Raisbeck, la “mano invisible del mercado”, un concepto marginal (y según Noam Chomsky, irónico) dentro de la obra de Adam Smith, que no ha dado resultados positivos en ninguna sociedad en los pasados dos siglos». Triste además que consigne como argumento de autoridad a Chomsky, pero no se esfuerce siquiera a demostrar lo sostenido. No sé… como demostrar, por ejemplo, por qué es superior la planeación central soviética, al libre mercado gringo, pese a que esta primera se derrumbó.

    «Es decir, que para el libertariano Raisbeck lo único que debe quedar de ese estorbo llamado estado es la policía.» El minarquista no solo habla sobre policía, también sobre justicia y defensa; Raisbeck además habla sobre educación, ¿o cómo cree que el sistema de vouchers propuesto, que se alimenta totalmente de los impuestos, podría existir? También otros como Hayek hablan de la ayuda al necesitado como los discapacitados o quienes no pueden sobrevivir por sí solos (los niños hurfanos), Nozick, otro minArquista, habla sobre el principio de Proviso (en inglés, no me he tomado el tiempo de saber cómo se dice en español) trata sobre los derechos y usos en la propiedad privada que no deben dañar o desmejorar los derechos de las demás personas.

    «La mano invisible aparecería tal vez con la creación de aún más centros educativos privados de baja calidad, sin ningún control de instalaciones ni de contenidos pedagógicos y con profesores explotados laboralmente» Varias falacias (como la de que los profesores serán explotados laboralmente; de esa manera todos los que estamos empleados por la empresa privada estamos siendo explotados) pero la principal falacia parte de la suposición de que para dar un servicio de calidad este debe ser controlado y regulado; además pensar que la regulación solo se da por parte del Estado. No cae en la cuenta que la regulación y control principales son realizadas por los mismos consumidores y que es el mismo Estado el principal obstáculo para que los niños reciban una educación de calidad. Aquí un buen video que profundiza en esta idea. https://www.youtube.com/watch?v=gzv4nBoXoZc

    Cree que porque una empresa es del Estado, entonces es de «todos». Este es el mismo lavado de cerebros que se viene repitiendo desde hace decenios (creo que desde la invención del fascismo) en el que se presupone que al ser del Estado, por consiguiente es de uno, cuando es precisamente más difícil acceder a estas empresas cuando pertenecen al Estado.

Opine pues...